Coqueta. Elude hablar de los 40: “No me representan, me anclé en los 20”.
Laura Fidalgo
“No soy sólo pestañas y tetitas”
Alejada del mundo Tinelli, que ya no la conformaba, asegura que es un ser espiritual y que les hace bien a los demás. Verborrágica, se define rocanrolera pero sana, y arremete contra los hipócritas y los improvisados del ambiente.
Escribe Laura Eiranova
Laura Fidalgo tenía un ex que le decía “no podés vivir la vida como si estuvieras en una película” y ella le respondía “por qué no, dejame que a mí me gusta”. ¿Cómo hace? Cierra los ojos, se imagina que está en otro país y en la cabeza se arma una rutina de extranjera: “Pienso que estoy en París, por ejemplo, entonces empiezo a mirar algún diseño, algún edificio y lo miro de verdad, y me lo creo”. Cuenta su secreto y se ríe. Sabe que suena raro y aclara que no es justamente éste un momento para jugar a la forastera. No le sobra un segundo ni para mirar el cielo: viene de montar en el teatro Nacional las muestras de alumnos de sus cuatro escuelas de danza, sin respiro se puso a ultimar los detalles de la puesta en escena de El diluvio que viene que subirá al mismo teatro, mientras a la vez ensayaba su protagónico de El Gran Show 2, que estrenó en Villa Carlos Paz junto a Palito Ortega, Juan Alberto Mateyko e Ingrid Grudke. “Igual vivo todo como si estuviera en una película, y es difícil que me lo entiendan. Veo que tal vez se sonríen, y queda hueco, absurdo, pero siento que tengo poco tiempo y quiero decir todo lo que pienso y me pasa”.
Cuando Fidalgo abre la boca, no hay manera de frenarla. Que a los diez años se le apareció la Virgen, que no soporta el dolor, que su título es la calle (que no tiene otro), que trabaja desde los 16 años, que hace de todo las 24 horas del día, que odia la hipocresía, que detesta los grises, que es rocanrolera pero también re sana y que su misión en la vida es dar paz y hacer el bien.
Puede vacilar sobre a qué ciudad volar con la mente, pero nunca duda de lo que hace, hizo o hará. Quiso hacer ballet y se formó hasta convertirse en la primera bailarina del teatro Roma de Avellaneda, se propuso ampliar horizontes y llegó al Maipo como primera vedette de Enrique Pinti, soñó con Europa y bailó en el Folies Bergère de París y en el Moulin Rouge, pensó en más grande y volvió al país para crear su propia compañía. Después, la sorpresa: en 2005 Marcelo Tinelli la convocó como voz autorizada para ser jurado en su certamen de baile y su nombre pegó mil giros en el aire.
“Por mi forma de ser siempre busqué la popularidad y lo logré: soy re popular”, larga Laura. Y, como sabe que esa declaración también puede sonar hueca, se apura en quitarle frivolidad: “Siempre me dio bronca que se diga que la danza es para una elite, y me ocupé en salir de esa elite. Todos trabajamos y enfrentamos la vida y la carrera como podemos, pero a mí me pasa que no soporto las diferencias sociales. Es un poco de destino, un poco de suerte y lo que uno se propone: esa es la verdadera magia de la vida, poder hacer de todo y no encasillarte”.
–¿Cómo te gusta que te consideren?
–Yo trabajo de artista. Soy una obrera del arte, porque nadie se recibe de artista, siempre tenés que estar estudiando y haciendo. Nunca me gustó ser “la bailarina”, por eso tengo cuatro escuelas de danza.
–¿Cómo te considerás?
–Soy muy versátil y muy pasional. Me gusta ser efectiva y hago de todo las 24 horas. Entonces, cuando me ponen “la bailarina”, digo: “Puta, con todo lo que vengo haciendo hace años”.
–¿Te enoja?
–Es que cualquiera hace cualquier cosa y es un artista, o tiene un bloque en la televisión y es conductor o periodista. Hay que empezar a ubicar la gente en su lugar.
–¿Hay mucho ladri en el ambiente?
–Todo pasa por la inseguridad. Hay mucho brillo por fuera y mucha oscuridad por dentro. Si la tenés clara y sos segura, no hacen falta el oro y los diamantes.
–¿Hay mucho de eso en el ambiente?
–Sí, hay muchos que se la dan de buenitos y se apaga la cámara y son horribles. No soporto la hipocresía, no soporto que la vida sea de grises, porque yo no los tengo. Me gusta la gente auténtica, pero cada cual viene a cumplir su karma.
–¿Nunca te arrepentís de hablar?
–No le tengo miedo a lo que pasará. Soy sincera y no puedo pelear contra mi esencia.
Así como se reveló como vedette en espectáculos como Pinti canta las 40 y el Maipo cumple 90, Pericom.com.ar, Tato de América, Un país de revista y Bailando por un voto; se mostró como actriz en obras como Más que amigos, la película Soy tu aventura, y con un papel en la serie de Campanella, El hombre de tu vida, Laura Fidalgo desenrolló su lengua filosa en Showmatch y no se anduvo con chiquitas. Habló, juzgó, bailó y, en ese raid, se ganó dos enemigos de peso: Florencia de la V y Gerardo Sofovich, quienes en el espectáculo Más que diferente incluyeron un monólogo que –según ella– la agraviaba y deshonraba. Nadie daba dos mangos por su performance judicial ante ellos y –calladita– se las mandó a guardar. “Después de las barbaridades que me dijeron les gané los juicios a los dos. Yo transo con la locura pero no con la mala vibra”, enuncia.
–¿Qué ganaste con ese juicio, además de unos pesos (no dice cuántos pero desliza que no fueron muchos)?
–Yo quería que la gente supiera lo que está bien y lo que está mal. Me lo podía bancar, porque tengo puesto el chaleco antibalas. Pero lo incoherente, malo y agresivo tuvo un final positivo para mí, y sobre todo para mi familia, que es gente que tiene una mentalidad sana y no me gusta que la jodan.
–Ahora vas a tener cerca a De la V en Carlos Paz. ¿Se viene la pelea del verano?
–No le pienso dar entidad, para mí es una persona más y no existe en mi vida. Tuve ese conflicto porque su forma de llegar a la gente es gastando a las mujeres. Esa ironía no tiene nada que ver con el talento.
–¿Qué opinás de su maternidad?
–Le deseo lo mejor porque es un ser humano y viene a cumplir un rol en la vida, como yo el mío. Pero el suyo no tiene nada que ver con mi manera de pensar y de sentir.
En el medio de la charla con El Guardián, alguien la llama para consultarle algo sobre unas luces y, sin perder el hilo, ella le contesta y prosigue, como si las palabras fueran una coreografía que se sabe de memoria o si estuviera pasando el texto de su próxima obra. “¿Cuál es mi misión en la vida me preguntabas? Yo busco siempre la paz verdadera. Todo el tiempo estoy proyectando, no me gusta ver la vida pasar. Seguro me equivocaré, pero me la juego y no me quedo con el miedo”, sigue enumerando sus verdades.
–¿Por qué no estuviste últimamente en el show de Tinelli? ¿No te convocaron?
–Fundé cuatro escuelas (en Belgrano, Caballito, Flores y Valentín Alsina) gracias a la popularidad que me dio Marcelo. Soy una agradecida. Hace un tiempo volví por un reemplazo, pero mi estilo no va con el programa como está ahora.
–¿Cómo está ahora?
–Se tornó demasiado fuerte, y no voy a lastimar a alguien para tener más protagonismo. Soy docente y mi proridad es ser constructiva. Basta de locura en el mundo.
–¿En el mundo o en el programa? ¿Es una bajada de línea que haya tanta locura?
–Es lo que consume la gente, si no diera rating, lo cambiarían, y si da rating, es porque la gente lo ve. Es medio loco, pero el productor ve su beneficio. Desde mi humilde lugar me interesa sembrar algo de paz y amor verdadero.
–¿Y cómo se siembra amor verdadero desde la tele?
–Más allá de haber ganado o no, siempre cumplí los sueños. Cumplí con el mamógrafo para el Roffo y con la operación para el primo del soñador que perdió un ojo. Pero lo malo tiene más prensa que lo bueno, y no me interesa adherirme al morbo.
–¿Para tener pantalla hay que convivir con eso?
–Sí y hago terapia para que no me joda todo ese entorno. La única que sabe lo que fue logrando soy yo, en mi cuerpo y mi alma, y no quiero transar.
–¿Con qué no querés transar?
–No transo con los que se la dan de algo que no son. Sos o no sos, y yo no soy sólo la tetita, el cuerpo y las pestañas. Hay gente a la que le hago muy bien. Me dicen “me das energía y fuerza para curarme”. Tengo fans, recibo cartas, entonces me dolería callar lo que digo. Que me la fumen.
Parecés el Diego con esa frase.
–Es que está buenísima. A mí también me piden que no sea verborrágica, pero yo no puedo parar. La gente se identifica, me gusta dejar un mensaje optimista y seguir para adelante.
Seguir para adelante es para Laura concentrarse en El diluvio que viene, el espectáculo que ganó varios premios el verano pasado en Mar del Plata y que ella produce y protagoniza su pareja Juan Durán (se estrena el 12 de enero). También entregarse de lleno a El Gran Show 2, que subió al teatro Holiday de Carlos Paz el pasado 20 de diciembre, con producción de Darío Arellano. Allí Fidalgo muestra otra faceta que la representa: “Amo lo bizarro”, sorprende.
–¿Cómo es eso?
–Tengo una cuestión corporal muy fuerte y se me ocurrió mostrar mi parte bizarra en este show.
–Una jugada importante para una ex bailarina clásica y vedette.
–Claro, y salgo totalmente desestructurada. Nadie lo puede creer. Entro con el mate, siempre estoy con el mate, después hago una conductora tipo Boluda total, un discurso político de lo que piensa la vaca cuando va a la parrilla y cuando tengo que bailar me monto el taco (hace una versión de Adiós Nonino en tiempo de jazz).
–¿Representa un desafío?
–Enorme. Muestro todas las emociones y todo surgió de mi cabeza.
–¿Cómo es compartir show con Palito Ortega?
–Increíble. Tiene tanta experiencia de vida, es tan humano y la tiene tan clara, que no me canso de escucharlo. Vivió todas, es un crack.
–Un novio te sugirió que no fantasees, tu actual es mago, ¿qué te pide?
–Que sea como soy. Me enamoré de él porque es un compañero y tiene códigos de barrio como yo. Todas buscan la billetera, yo busqué un ser humano.
FUENTE: EL GUARDIAN.COM.AR