Loca. Laura Fidalgo está loca… Hiperkinética, camina de un lado a otro mientras no para de dar indicaciones. Falta poco para que termine el casting de bailarines para El Diluvio que viene, la obra que su esposo, Juan Durán, estrenará en el verano en Mar del Plata, y la morocha no quiere perderse ningún detalle. Como tampoco deja librado al azar nada de lo que pasa en sus cuatro escuelas de baile. Ella personalmente se encarga de elegir a los profesores y supervisar la planificación anual de las clases. No conforme con esto, algunos días de la semana cae de sorpresa, monitorea lo que están haciendo los chicos y… ¡se suma a la rutina de ejercicios y corrige posturas y movimientos de los alumnos!
Además, continúa con sus clases de canto, de teatro y de danza. Por las noches, dice, escribe las ideas que surgen de su cabeza (aparentemente destinadas a un programa de televisión del que no adelanta mucho hasta tanto no sea un hecho), diseña los modelos de ropa de baile marca Laura Fidalgo que pronto va a comercializar en todas sus escuelas. Y a la vez se prepara para iniciar una nueva gira por el país con Morocha Argentina, la obra con la que ya brilló en la calle Corrientes.
Por eso decíamos: la flaca de labios carnosos que enloquece a los argentinos está loca… Por tal motivo (por lo de chica imparable, no por lo de loca), le costará no interrumpir la conversación decena de veces. Mientras habla, sigue dando indicaciones a sus asistentes y controla que todo marche en forma ordenada. Hasta se anima a una mínima (pero real) escena de celos cuando una de las bailarinas saluda a Juan de manera efusiva: “Le tengo confianza a mi esposo… ¡pero lo vigilo de cerca! Soy muy celosa de la persona que tengo al lado, porque la quiero”, confiesa mientras toma unos mates amargos en el lugar que hoy se transformó en su última obra de arte: la escuela de baile ubicada en el barrio de Belgrano, a la altura de las mejores de Sudamérica. Seis salones espejados, oficinas, vestuarios, restaurante, y un pequeño local donde se venderán sus productos.
Tiene tres más: una en Caballito (Acoyte 66), otra en Flores (Alberdi 1644) y una más en Valentín Alsina (Oliden 728). Pero como a ella le gusta decir “la fama y las cosas buenas hay que utilizarlas para ayudar”. Por eso más de 300 chicos tienen un lugar en sus centros, aunque no puedan pagar una cuota mensual. “Son chicos faltos de afecto y de cariño pero con un talento impresionante”, asegura Laura. “¡Me encanta poder ayudarlos! A veces los veo y se me caen las lágrimas…”, dice, justo cuando se le acerca una niña, la saluda y le pide una foto. “Me puedo sacar una…”, así que Laura interrumpe la charla, “claro, mi amor”, y tras ese momento Soy tu fan comienza la charla…
–Se nota que te gustan mucho los chicos… ¿están buscando con Juan?–¿Ya es hora no? (Carcajadas) No, en serio, últimamente me están dando ganas en serio. No es para titular “Mañana voy a ser mamá”, pero sí, es algo que le dije a Juan. No me preocupa tanto la edad, pero sí me está picando ese bichito…
–¿Sentís que por tu trabajo postergaste la maternidad…?–Sí, los dos decidimos ponerle muchas pilas a nuestra carrera, porque coincidimos en algo: el día que tengamos un hijo lo queremos criar nosotros, no eso de llamar una mujer que lo cuide durante todo de día y sólo verlo un par de horas. Soñamos con un bebé, pero los dos dedicados al cien por ciento.
–¿Y con tus propias escuelas, tantos alumnos?–Nunca. A ver…, yo vengo de una familia bien humilde. Y aunque desde los diez años tuve claro que me iba a ganar la vida bailando, jamás imaginé que llegaría tan lejos. Siento que me tocaron con la varita mágica. Soy una mujer reconocida por mi trabajo, filmé una película y encabezo una obra de teatro donde además de bailar, canto y actúo.
–Sigamos soñando… ¿y protagonizando una tira en TV abierta?–¡Definitivamente! Ya hice un par de bolos en algunos programas y le tomé el gustito a eso de actuar. Es más, la gente que va a ver la obra se queda sorprendida con la representación que hago. Ojalá que mi carrera vaya por ese lado. Aunque siempre voy a seguir con el baile.
–¿Hay un auge estos últimos años de las escuelas de baile?–Definitivamente. Y todo es gracias a Marcelo Tinelli. Consiguió para el baile lo mismo que en su momento Guillermo Vilas hizo con el tenis. Hizo que en la Argentina el baile dejara de ser algo selectivo y lo transformó en una cosa popular. Hoy la mujer se anima a anotarse en una escuela, aprender un par de pasos y hacerle un baile sensual a su esposo…
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Pregunta inevitable: ¿vos también sos de hacer bailes eróticos en la intimidad?–¿La verdad? No. Lamento decepcionar (los), pero nunca utilicé mi cuerpo como arma de seducción. Nunca fui a un boliche y dije: “¡Mírenme, acá llegó Laura, la bailarina!” Aunque sí reconozco que el baile armonizó mi cuerpo y eso me sirvió.
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Bueno, pero no podrás evitar llamar la atención. “Se paraban pa’mirarte”, dice el tango. ¿Algo de eso sabrás, no?–¿Te parece? (Carcajadas) Puede ser. Será porque soy la verdadera morocha argentina: ¡una mina linda y de barrio!
–¿Ayuda eso para destacarse en el baile?–Puede ser, pero a mí –la verdad– el que me llevó a la fama y me hizo popular fue Tinelli. Debuté trabajando en una revista en 1998, y si bien aparecí en un par de programas, la fama verdadera llegó en el 2006, cuando fui jurado de los Bailando… 1 y 2.
–Todo lo que toca lo transforma en oro, ¿no? Tinelli, digo...–Si estás en el “planeta Tinelli” tenés trabajo, conseguís pareja, te hacés famoso y por más feo que seas, te ven rubio y de ojos celestes. Marcelo es una especie de Rey Midas. Yo este año, por ejemplo, hice un montón de cosas; pero como le dije “no” a su programa, pareciera que me tomé un año sabático.
–¿Y por qué le dijiste que no?–Porque me invitaron a bailar y sentí que esa etapa ya la había pasado. Si me llamaban como jurado iba seguro, pero como bailarina ya no...
–¿No te parece que el jurado 2010 se pasó?–Sí, por momentos se dijeron muchas cosas y se transformó en un programa vulgar. Pero hay que separar eso del baile. Las coreografías y el esfuerzo de los participantes fue muy bueno. También es lindo que cumplan los sueños de los participantes. Porque si estás ahí podés hacerlo aunque no ganes.
–Fue tu caso. Vos no ganaste y sin embargo pudiste cumplir con tu soñador.–Felizmente sí. Teníamos que conseguir un mamógrafo de 300 mil dólares para el Instituto de Oncología Ángel Roffo, y lo conseguimos con el apoyo de aportes privados. Como te decía antes: ahí el que no cumple los sueños es porque no quiere…
–Ya que estamos, la última. Y a vos, ¿te queda algún sueño por cumplir?–Seguir creciendo profesionalmente, obvio, y, sobre todo, tener mi oportunidad como actriz. Para eso estoy estudiando. Y en lo personal, poder armar mi familia. Por suerte, lo más difícil ya lo tengo: un hombre que amo y que me ama. El resto llegará solo.
FUENTE:genteonline.com